Aventura mundialista (Primera parte)

Iván "Mitzy" Ruiz, 6 de Febrero 2018.


Hay gente que piensa que el fútbol es una cuestión de vida o muerte. No  me gusta esa postura. Es mucho más que eso"
                           -Bill Shankly, ex entrenador de fútbol. (Liverpool F.C.)-
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 Culminó la espera e inicia el júbilo de las naciones. Desde las catedrales donde se predica el balompié a nivel mundial, realza el humo blanco desde las gradas. ¡Abemos fútbol! Por fin gozaremos de la justa deportiva más importante. Una que lleva secuestrando suspiros, sueños, anhelos, magníficas proezas e hidalgos de pantalones cortos, que luchan hasta conseguir la victoria, desde hace casi un siglo. 

 Pararemos las guerras o por lo menos las ignoraremos. Es un mes donde nos permitimos olvidar o hasta ser indiferentes. Claro, siempre y cuando no corran a patadas a tu selección en fase regular o en las instancias eliminatorias para luchar por el título. Le volteamos la cara al desempleo, le mentamos la madre a las crisis económicas y hasta juramos ser dichosos por vestir de los colores de la bandera nacional. Imitaremos o haremos una caricatura de la Tregua de Navidad en 1914.

Más que la derrama monetaria que deje al país anfitrión del mundial, resulta ser el refugio de los nómadas. Los que marchan al paso de las vuvuzelas, los bombos parchados hasta la médula y las gargantas afinadas de pregoneros. Un choque de culturas, tradiciones y hasta donde el mestizaje, queda por realizado en amoríos noctámbulos. 

Cada cuatro años, recolectamos a los delanteros que atraviesan los flancos enemigos. Esos vestidos con tela e importándoles un carajo ser estocados de una patada. Las promesas todavía en capullo, escribiendo su paso con las lágrimas y uno que otro regate, que humilla jerarquías.  Observamos mejores murallas defensivas que las de Jerico o las que ponen los manifestantes ante los gobiernos múltiples. Esas que caen con chorros de agua o amedrentándolos con palos y gases. Saldrán airosos los conjuntos, que más deseen alzar el trofeo. Escupirán tanta saliva al gritar y dictaminar las órdenes los técnicos de las selecciones a sus pupilos, que bien podríamos arrojarla a los ríos, que tienen en sus planes secarse. 

Traemos del retiro a Pelé, Maradona, Zidane, Beckenbauer, Platini, Cruyff, Alfredo Di Stefano y cuanto semidiós logremos proyectar en las pantallas del estadio. El chiste es atraer e inspirar a las masas. Hacer sudar una gota más a los jugadores, conseguir derretir los corazones en un estallido simultáneo y saber cómo esconder el rostro tras una bolsa de papel, en caso que salgas por la puerta trasera del templo futbolístico. 

Habrá dementes que se tatúen el rostro de su ídolo, corten y den forma a su cabello con frases domingueras, el nombre de su “roba miradas”, el diseño de un balón clásico y hasta el escudo o colores de su lábaro patrio; distraídos que terminen borrachos por calles extranjeras, vándalos que vayan a causar estragos y hasta ofender las leyendas de la nación que de una u otra manera, decidió abrirles sus puertas. Las aficiones cambian de residencia por un mes. No los aguarda un empleo. Aguantan aferrándose con las uñas. Consumen lo más barato, que consigan en las esquinas; beben refrescos que llenen sus estómagos de gas y hasta arman las cooperativas.

Hasta como chiste de mal gusto, vendrán los líderes políticos de las naciones participantes. Quién sabe cuánta verborrea, abrazos con fuerza y palmadas que hacer vomitar los pulmones, intercambios de compadrazgos y hasta buscar quién les está haciendo el feo; acontecerán mientras ven a sus conciudadanos batirse a muerte en 90 minutos. Maradona les diría que “no manchen la pelota”. Sinceramente, es un cuestionamiento que les vale madre.   

Nos deparan emociones y decepciones. No se puede dar gusto a todos. Aunque con los alemanes, siempre se hace una excepción Ya lo dijo Gary Lineker: "El fútbol, es un deporte que inventaron los ingleses, que lo saben jugar los brasileños y en el que siempre ganan los alemanes”.

Que la aventura futbolística, vaya por buen puerto. Solo pido eso. Así, olvidamos un poco de nuestra “pinche realidad”. 

Esta historia, continuará…

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